Las chinches son un insecto tremendamente molesto para la salud del ser humano, en especial para quienes viven en condiciones desfavorables. Conocer su historia ayuda a entender cómo actúan y cuáles son sus procesos.
Historia de las chinches
Las chinches vienen de Oriente Medio. Ya en el 400 a. C. se mencionan en algunas crónicas de la Antigua Grecia. Luego, en Roma, se utilizaron las chinches como método de curación de las picaduras de las serpientes. No fue hasta el siglo XIX cuando se descubrió que sus propiedades curativas no eran tales.
Ya en las primeras décadas del siglo XX, las chinches eran una plaga tremendamente molesta y presente en las principales ciudades europeas. Su presencia aumentó conforme lo hacían los calefactores eléctricos, que por su calor y humedad permitían que las chinches sobrevivieran durante los meses fríos del invierno.
A partir de los años 1940 se probaron distintos métodos de fumigado, al convertirse las chinches en una plaga de dimensiones enormes en los barrios obreros y con peores condiciones higiénicas, provocando gran cantidad de problemas sanitarios e incluso infecciosos.
Cómo eliminar las chinches
Tras probar con distintos tipos de productos, actualmente se ha llegado al consenso de que el mejor tratamiento posible es mediante la difusión de piretroides sintéticos y de carbamatos, que son productos autorizados por las instituciones sanitarias españolas.
Este producto se difumina en aquel mobiliario en el que las chinches se esconden, crían y expanden su camada: camas, muebles de cama, armazones, patas, mesitas de noche, armarios, paredes, suelos, esquinas, puertas, ventanas, marcos, cuadros, espejos, etc.
Este tratamiento, incluyendo «zonas de barrera» en las que se trata de forma especial para arrinconar a las chinches en determinadas estancias y evitar que se desplacen al resto del hogar, debe hacerse por parte de técnicos especializados y formados, evitando además que se puedan producir picaduras de las chinches entre los miembros de la familia.
Problemas de las chinches
Las chinches son especialmente problemáticas porque pueden chupar en solo diez minutos siete veces más de su propio peso en sangre. Cuando se alimentan, se retiran a su escondite, hacen la digestión y ponen entre 4 y 5 huevos diarios. Obviamente, cada día que pasa sin que se desinfecte de chinches la casa produce que estas se reproduzcan, aumente la camada, crezcan de tamaño y de riesgo potencial y piquen de forma más a menudo.
Las chinches, a pesar de que en muchas ocasiones se ha dicho lo contrario, no transmiten enfermedades con sus picaduras. Sin embargo, provocan manifestaciones cutáneas que permiten la entrada de bacterias desde fuera al cuerpo del organismo afectado. Si no se tratan de forma adecuada, estas picaduras pueden infectar la piel, lo que provoca enfermedades tanto cutáneas como de otro tipo.
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